martes, 29 de marzo de 2011

LA PERSONALIDAD DE LA RADIO


¡El oído! He aquí  al verdadero artista, el creador de las melodías, el prodigioso aparatito que todos llevamos con nosotros desde el nacimiento sin asombrarnos suficientemente de su perfección.

No queda más que rendirle homenaje a este aparatito que todo lo oye y todo lo puede, desde penetrar una imagen mental con un solo sonido, hasta movilizar sentimientos  y hacer vibrar esa membrada del alma.

Se dice que el sonido no esta en las cosas, sino que es el oído el que las hace sonar. José Ignacio López Vigíl, nos muestra un ensayo tan interesante nos envuelve en un mundo del cual se conocía superficialmente, mostrándonos desde un principio que la naturaleza es sorda, ya que lo que llamamos sonidos son vibraciones del aire, ondas longitudinales que fueron captadas y traducidas como sonidos.

Es toda una fantasía deslizarse por ese tan perfecto laberinto que  es el oído interno, para llegar en búsqueda de la endolinfa, el genio que hace tocar ese santuario.

La vitalidad de la radio reside en la diversidad general de esta, en la diversidad de voces que emplea, los giros de tonalidad de las frases, y la idiomática local. 


La sensibilidad a flor de piel se manifiesta a través del oído, ya que el oído es el sentido de la intimidad, que recorre lo más  recóndito de las emociones, sensaciones y sentimientos. Pero es el cerebro quien traduce sonidos a sentimientos. El calor lo da el oído.
La personalidad de la radio no la establece los radialistas, sino el oído humano. Hacer radio es seducir, hacer radio es pasión.

La palabra personalidad tiene que ver con el sonido. La radio trabaja con una mascara invisible, una voz sin rostro.
Ante esta mascara, muchas personas se han quedado asombradas cuando logran conocer al locutor que han escuchado durante mucho tiempo, quedan tan asombrados que lo primero que preguntan es  ¿eres tú es que conduce tal programa?, la pregunta es tal que dicen no lo puedo creer, no parece por la voz me lo imagine distinto, parece que su voz, saliera de otro cuerpo. Esto ultimo cuando un locutor es de pequeña estatura y de contextura delgada.

La personalidad denota continuidad en el tiempo.  Esta continuidad en el tiempo se ve relejada en el que hacer diario de la  radio, ya que es capaz de mantener a una fiel audiencia conectada por largo tiempo con una emisora con la que se identifica, la cual es capaz desconectarla de sus problemas, hacerla reír, llorar, estremecer lo más recóndito de sus sentimientos y que le ofrece una compañía personal.

En radio, lo afectivo es lo efectivo. Se dice que hablar por radio es emocionar, si no se emociona, el mensaje no llega, no impacta.
Es verdaderamente cierto, muchas veces se ha venido escuchando programas radiales, con un formato totalmente equívoco de lo que en realidad es hacer radio. Programas radiales donde los radialistas piensan que el que habla (grita) más fuerte tiene la razón. locutores, entrevistados, conductores que pierden espontaneidad frente al micrófono. No serien, ni sonríen.

Y es que la temperatura de la comunicación se juega, básicamente, en tonalidades de la voz. Es por ello que si cambio el modo de escuchar radio, debe también cambiar el modo de hablar por radio. Pues en este mundo, nadie tiene la obligación de aburrirse, la audiencia no suele ser masoquista.

La radio se dirige al oído, por tanto es un medio íntimo, casi privado, concentrado en su lenguaje casi específico, el de los sentimientos, y en su carácter de compañía personal.
Se dice que la misión principal de la radio es alegrarle la vida  a la gente, pues si una emoción ha de ser privilegiada en la radio, esa es la alegría. Es por ello que una radio que se conecte con los intereses de la audiencia a través del humor, de la risa esta a la altura del oído.

Lo impresionante de la radio es que se puede cerrar los ojos y llegar al alma de las personas, mostrándoles el mundo de tal manera que las emociones se conecten,  sean capaces de erizar la piel del oyente quien fielmente será el acompañante en ese recorrido, donde la radio eminentemente visual. Ya que el oído hace ver el ojo interior, el ojo de la imaginación. La radio convierte a los radioescuchas en ciegos involuntarios.

El oído y la imaginación son los cómplices perfectos, pues lo que el oído sabe inmediatamente se lo cuenta a la imaginación, transmitiéndole imágenes.
Es así que los radialistas se preparan arduamente para presentar un delicioso menú, al que no le falta ninguna de las partes principales. Pues de entrada esta la alegría, de plato de fondo el juego de la imaginación y de postre la sensualidad. Es lógico que el menú no sería de calidad si estos platos no hubieran sido preparados con los ingredientes de calidad tales como efectos sonoros, música y palabra. Ante ello no hay  quien se resista.


La publicidad transmitida en radio tiene un agregado que la televisión no lo tiene. Esto es que la radio mantiene abiertos los ojos de la mente, el oído reconstruye la realidad y también la inventa. La publicidad emitida por radio juega con los colores de la imaginación.
El hablar por radio despierta nuevas ideas, estimula la crítica, sienta juicios y sacude prejuicios. El oído desarrollo el pensamiento. 


VIDEO: Sonido y audición (como oímos)

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